Avellano europeo: Investigación busca mejorar la calidad del suelo y reducir emisiones de gases por efecto invernadero mediante cultivos de cobertura
La iniciativa se desarrolla en Chillán y Los Ángeles, y propone alternativas sustentables para disminuir la erosión, conservar nutrientes, mejorar el microbioma del suelo y contribuir a la captura de carbono en suelos agrícolas
La creciente preocupación por los efectos de la intensificación frutícola en la salud del suelo y el medio ambiente ha motivado investigaciones que proponen soluciones sostenibles. En este contexto, la Universidad de Concepción e INIA Quilamapu, lideran un estudio centrado en evaluar el efecto de cultivos de cobertura sobre la calidad del suelo en huertos de avellano europeo, una especie frutal de creciente importancia en la zona centro-sur de Chile, señaló el Dr. Jorge Retamal, investigador de INIA Quilamapu, y especialista en el manejo agronómico del avellano europeo.
‘La mantención de los suelos desnudos a través de aplicaciones de herbicidas o laboreo, es una práctica común, pero conlleva riesgos como la erosión y reducción de la materia orgánica del suelo, lo que acarrea una pérdida de nutrientes, reducción del carbono almacenado en el suelo y pérdida de estructura del suelo, lo que impacta directamente en el almacenamiento de agua y disponibilidad de nutrientes’, explicó la investigadora y candidata al doctorado en ciencias de la agronomía, Rosa Vergara, quien ejecuta esta investigación como parte de sus tesis doctoral, junto a sus profesores guías, el Dr. Mauricio Schoebitz, especialista en microbiología de suelo de la Universidad de Concepción y el Dr. Jorge Retamal Salgado, investigador de INIA Quilamapu.
El proyecto considera comparar la siembra de festuca enana, trébol subterráneo, y cobertura espontánea, con un manejo de suelo convencional, es decir, sin vegetación. Por lo tanto, los investigadores explicaron que con esta comparación se busca ‘comprobar’ si estos cultivos de coberturas mejoran o no la calidad del suelo sin alterar la productividad.
Chillán vs Los Ángeles
La investigación se está llevando a cabo en dos zonas con suelos contrastantes: Chillán, donde se analiza el efecto de los cultivos de cobertura en la entre hilera de los árboles sobre un suelo de tipo franco, donde existe un equilibrio en la proporción de arenas, limos y arcillas, lo que le confiere características favorables para la agricultura. La segunda zona, corresponde a un huerto en Los Ángeles, lugar en que se evalúa la misma práctica, pero en la sobre hilera y en un suelo arenoso. Esta comparación permite observar cómo las condiciones edáficas influyen en los resultados de esta práctica. Es decir, ‘se analizan las características del suelo en conjunto con las coberturas vegetales y como estas benefician al cultivo o alteran las propiedades del suelo según su tipo’, sintetiza el investigador Jorge Retamal y co-guía de la tesis doctoral.
‘En síntesis, el estudio se basa en confirmar el efecto beneficioso -en los suelos- del establecimiento de cultivos de cobertura en huertos de avellano europeo mediante el uso de festuca enana, trébol subterráneo y pradera natural’, afirma Rosa Vergara.
Primeros resultados
Hasta ahora, los primeros datos obtenidos en Chillán son alentadores. ‘Hemos observado mejoras en propiedades físicas como la densidad aparente, que disminuyó en un 15 por ciento con la cobertura de trébol respecto al suelo sin cobertura y una estabilidad de agregados un 12 por ciento mayor con la cobertura natural’, detalló el investigador Jorge Retamal.
Agrega que ‘también se han detectado algunas mejoras en propiedades químicas del suelo como el carbono orgánico disuelto del suelo, el contenido de materia orgánica y el contenido de nitrógeno disponible, mayor en la cobertura natural’.
Conjuntamente, el Dr. Schoebitz señala, que se han registrado aumentos en la actividad enzimática tanto ureasa como fosfatasa, y en la mineralización de carbono, lo que indica un mejor funcionamiento biológico del suelo. Sin embargo, también se detectaron efectos adversos a corto plazo, como una leve disminución en algunos nutrientes como los niveles de fósforo y azufre. Factores relevantes al momento de definir la estrategia del manejo agronómico de los huertos de avellano europeo donde se implementen estas coberturas, señala Retamal.
Según la bibliografía estudiada para la presente tesis doctoral, los efectos de los cultivos de cobertura se presentan a largo plazo. Pese a lo descrito, la presente investigación detectó que desde que se implementó la cobertura vegetal hasta las primeras evaluaciones (periodo de siete meses), los resultados han sido alentadores, concuerdan los investigadores.
Productividad, validación de hipótesis y cambio climático
‘Uno de los objetivos de esta tesis es determinar si estas coberturas vegetales, además de proteger el suelo, permiten mantener o incluso mejorar la productividad de la avellana. Aunque los primeros datos productivos aún están en análisis, las muestras ya fueron tomadas durante la última temporada y se espera que aporten información clave para validar esta hipótesis’, explicó el investigador de INIA Quilamapu y docente co-guía de la tesis doctoral, Jorge Retamal.
Además de los beneficios agronómicos, el estudio se enmarca en un contexto de cambio climático. ‘El suelo es un reservorio de carbono. Si está bien manejado, puede actuar como sumidero, atrapando dióxido de carbono y ayudando a reducir los gases de efecto invernadero’, señaló la investigadora Rosa Vergara. ‘A través de esta estrategia, se busca aumentar el carbono orgánico del suelo como medida directa de mitigación climática’, complementó.
Experiencias internacionales, en Europa mediterránea y Asia han mostrado resultados prometedores. ‘En España, por ejemplo, se han estudiado coberturas e incluso sistemas de intercultivo que combinan producción frutal con cultivos secundarios, logrando beneficios tanto económicos como ambientales’, puntualizó Vergara.
‘Aunque todavía resta una temporada de evaluación, los avances ya permiten vislumbrar el potencial de estas prácticas como herramientas de adaptación y mitigación frente a los desafíos del cambio climático y la degradación de suelos’, complementó Schoebitz.
Evaluación fenológica
Durante las visitas a terreno que se han realizado en el marco del proyecto, una de las labores que se realizan es el monitoreo del desarrollo fenológico del avellano europeo en el contexto de la investigación.
Este trabajo consiste en registrar las distintas etapas por las que atraviesa el árbol a lo largo del año: brotación, floración, crecimiento de hojas, formación, maduración y caída del fruto. Conocer la fenología en la zona es clave para entender cómo se comporta el cultivo bajo las condiciones locales y permite ajustar los manejo, así como definir el mejores cultivos de cobertura que se adapte a la fenología o mejor dicho a la cosecha del avellano europeo, de forma que no interfieran con las fases críticas del desarrollo del frutal, explicó Jorge Retamal.
‘Evaluamos la fenología del árbol para identificar si hay adelantos o retrasos en su ciclo productivo. De ese modo, si observamos una baja en la productividad, podemos distinguir si se debe a factores fisiológicos propios del árbol o a la influencia de los cultivos de cobertura’, explicó Vergara en referencia al uso de especies como tréboles o festuca para mejorar las condiciones del suelo.
Por otra parte, uno de los desafíos técnicos que se ha identificado en terreno -aunque no forma parte de las variables evaluadas por el proyecto- es el tipo de cosecha que exige el avellano europeo, ya que esta se realiza directamente desde el suelo. En ese contexto, ‘la presencia de malezas o coberturas vegetales excesivamente desarrolladas puede dificultar la recolección. Esta situación, sin embargo, podría ser abordada mediante un manejo específico de la cobertura vegetal en las semanas previas a la cosecha, a través de cortes controlados, lo que se perfila al trébol subterráneo como la más apta para implementar coberturas vegetales en avellano europeo’, finalizó el Investigador INIA, Jorge Retamal.
